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Tratamiento de la osteoporosis

La principal estrategia para afrontar la enfermedad y sus secuelas reside en la prevención, tanto primaria como secundaria. El tratamiento de la osteoporosis va orientado a generar hábitos de vida saludables que nos ayuden a prevenir la patología, además de medidas farmacológicas que nos puedan a ayudar a combatirla. En cualquier caso, el tratamiento debe ser totalmente individualizado, teniendo como principal objetivo conseguir la mayor resistencia ósea y el menor riesgo de fractura de los huesos.

Terapia no farmacológica

Como medidas generales, es importante cuidar los hábitos de vida, evitar el consumo de tabaco y alcohol o corregir esas prácticas tóxicas. El consumo de alcohol moderado no tiene efectos tan claros sobre el hueso como el tabaco, pero está demostrado que dosis altas aumentan el riesgo de osteoporosis.

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Realizar ejercicio físico de forma regular, especialmente el gravitatorio (la fuerza de la gravedad aplicada al entrenamiento funcional), es otra de las medidas primordiales para la prevención de la osteoporosis; ya que ayuda a recuperar parte de la masa ósea. De hecho, el ejercicio físico en niños y adolescentes se asocia con una mayor masa ósea.

Otro aspecto importante es la dieta que debe ser rica en calcio y en proteínas. E igual de importante resulta revisar los niveles de vitamina D, ya que facilita la absorción del calcio y su utilización en nuestro organismo. Una dieta adecuada con aporte correcto de calcio y vitamina D disminuye el riesgo de tener osteoporosis. Los niveles bajos prolongados de vitamina D producen una disminución de la absorción intestinal de calcio, e incrementan el recambio óseo.

Las necesidades de vitamina D están cubiertas si la piel se expone a la luz solar o a radiación UVA, no precisando suplementos dietéticos ni farmacológicos. Como curiosidad apuntar que las cremas fotoprotectoras impiden la síntesis de vitamina D activa. En cuanto al requerimiento nutricional de calcio adecuado es de 1.000-1.500 miligramos diarios, según la edad y momento del desarrollo. Cuando la dieta no es suficiente, el médico puede valorar la administración de suplementos.

Tratamiento farmacológico

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Las medidas comentadas anteriormente deberían de ser aplicadas de manera general en todas las mujeres postmenopáusicas para reducir la pérdida de masa ósea. No obstante, cuando ya tenemos una osteoporosis o alto riesgo de desarrollarla los especialistas pueden recurrir a las medidas farmacológicas que van orientadas a evitar la destrucción del hueso y estimular su formación.

Aunque estas terapias son fundamentales para evitar fracturas a aquellos pacientes que presentan un riesgo elevado es esencial cumplir con la medicación de forma constante y regular para que realmente sea efectivo, ya que la realidad indica que solo la mitad de los pacientes con osteoporosis continúan con el tratamiento al cabo de un año, quizás debido en parte a que estamos ante una enfermedad que no presenta síntomas visibles.

Entre los tratamientos farmacológicos que se emplean para el manejo de la osteoporosis nos encontramos con tres clases terapéuticas: los antirresortivos, los osteoformadores, y los osteoformadores con efecto dual.

Los medicamentos antirresortivos actúan sobre los osteoclastos (células óseas responsables de la destrucción ósea) inhibiendo o retrasando el proceso de destrucción del hueso y estabilizando la masa ósea. Entre los fármacos antirresortivos nos encontramos los moduladores selectivos de los receptores de los estrógenos (SERMs), los bifosfonatos y un producto biológico.

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  • Los SERM o moduladores selectivos de los receptores de estrógenos son medicamentos diseñados para conseguir los efectos beneficiosos de los estrógenos sobre el hueso al unirse a los receptores y minimizar sus efectos adversos consiguiendo disminuir las fracturas vertebrales. Se utilizan para prevenir y tratar la osteoporosis.

  • Los bifosfonatos son fármacos capaces de limitar la actividad de determinadas células óseas, denominadas osteoclastos, que contribuyen al debilitamiento óseo actuando a nivel celular y molecular. Son medicamentos que se llevan utilizando para el tratamiento de la osteoporosis desde hace más de 20 años y han demostrado reducir las fracturas vertebrales y las no vertebrales.

  • En este grupo también hay un fármaco biológico que debido a su mecanismo de acción reduce la actividad de los osteoclastos, las células que destruyen el hueso, disminuyendo significativamente el riesgo de fracturas vertebrales, no vertebrales y de cadera.

Los medicamentos osteoformadores actúan sobre los osteoblastos fomentando un aumento de la masa ósea.

Los medicamentos osteoformadores con efecto dual son aquellos que presentan ambos mecanismos de acción, por un lado, aumentan la formación de nuevo tejido óseo a la vez que reducen la descomposición del hueso existente. Su actividad ayuda a fortalecer los huesos y a disminuir el riesgo de fracturas.

En el caso de que ya se haya sufrido una fractura por fragilidad, es importante tener presente que se debe tratar con celeridad para evitar una segunda fractura. La fractura de una vértebra o de la muñeca puede ser un síntoma de debilidad ósea que debe ser atendida. Haber tenido una fractura supone más riesgo de padecer una segunda fractura en cualquier otra parte de nuestro cuerpo.

¿Qué hacer cuando está establecido el tratamiento?

Una vez ya sabemos que sufrimos esta patología, es el momento de tomarse en serio el tratamiento y para ello se debe:

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  1. Cumplir correctamente con el tratamiento farmacológico.
  2. Realizar ejercicio de forma regular para fortalecer los músculos, especialmente aquellos que nos ayudan a mantener el equilibrio y evitar las caídas.
  3. Mantener una dieta equilibrada, rica en calcio, vitamina D y proteínas, para garantizar la salud ósea.
  4. Evitar hábitos tóxicos como el tabaquismo, consumo elevado de alcohol o un peso corporal demasiado bajo.
  5. Realizar controles y revisiones periódicas para saber si presentamos un riesgo elevado.
  6. Conocer los factores de riesgo y hablarlo con nuestro médico, especialmente si ya hemos sufrido una fractura o padecemos ciertas enfermedades clave en la evolución de la osteoporosis.